Se entiende por activo fijo, aquel bien mueble o inmueble cuya vida útil es mayor a un año, no está destinado para la venta dentro del giro normal de la actividad económica de la empresa y se usa con la intención de emplearlo en forma permanente en la producción de otros bienes y servicios, para arrendar o simplemente para el uso administrativo de la entidad.
Debido a que las inversiones en activos fijos representan en su mayoría desembolsos importantes de efectivo, debemos prestarle gran atención a las decisiones que se tomen con respecto al valor de compra del activo y las posibles erogaciones futuras que se deba hacer para su instalación, mantenimiento, operación…
Los activos fijos tienen una gran duración, por lo que pueden representar compromisos financieros de largo plazo para la empresa, de ahí su gran importancia a la hora de tomar una decisión para su adquisición.
Para ello se deberá atender a la eficiencia de los activos fijos que se adquieren, realizando estudios de probabilidad de su valor, así como los de la competencia, para poder elegirlos creando para la empresa la situación más beneficiosa posible y, además, teniendo en cuenta la vida útil de los mismos, su depreciación y el plazo aproximado de la misma.
Para la adquisición de activos fijos se tendrán que solicitar ofertas de los proveedores del mismo, analizarlas y seleccionar aquella que más adecuada se considere para el desarrollo de nuestro negocio.
Otro factor muy importante es el revisar las condiciones de venta o arrendamiento: plazos de entrega, garantía postventa y costes de mantenimiento de los equipos e instalaciones.
Así, para adquirir el activo fijo, se deberá antes de analizar e identificar las subvenciones que se conceden para ello, diferenciándose en función del área correspondiente.